No me gusta correr, ni tachar lugares visitados. Viajo porque me gusta viajar, sin plan y sin mapa. A cada día que pasa, aprendo a vivir con menos cosas.
Viajo por aprender de los lugareños y su gastronomía. Tuve muchas ocasiones donde aprendí de personas con las que no pude intercambiar ninguna palabra.
Pararé de viajar el día que deje de gustarme o encuentre un lugar que me cautive tanto que no me deje marcharme.
No soy rico y lo único heredado ha sido la valentía y energía de mi madre, y de mi padre, el don para conectar con las personas. Mientras viajo nutro de
servicios web y
marketing a mis clientes además de otros proyectos como mi pasión por escribir.
Viajando he aprendido también a trabajar con las manos. La madera y gastronomía son dos grandes de mis pasiones.